Reflexión
Por Janeth Olarte
Instructora de Tecnología en Producción de Medios Audiovisuales Digitales
Instructora de Tecnología en Producción de Medios Audiovisuales Digitales

DEMOCRACIA, una palabra que nos lleva a relacionar su significado con una doctrina política, pero como educadores pertenecientes a una institución de carácter educativo y estatal, nos vemos avocados a ir más allá, a buscar el sentido real de la misma.
Antes de abordar el tema de la Democracia, los invito a revisar un vocablo de gran importancia para todos: LA COMUNICACIÓN y su importancia en nuestro quehacer. Lo que nos han enseñando es: la comunicación viene del latín “communicare” que significa poner en común; transmitir algo; interacción de las personas por medio de símbolos y mensajes. Hasta allí, todos diríamos: lo hacemos bien pero… y ahí empiezan los peros. ¿Cómo lo hacemos? ¿qué tipo de comunicación estamos llevando a cabo con nuestros aprendices? ¿será que nuestra comunicación sigue siendo conductista e instrumental? ¿estamos fomentando la participación, el diálogo y el debate? Y si lo hacemos, ¿cómo lo estamos haciendo?
Después de estos interrogantes, la Democracia aparece como un instrumento para toda la comunidad educativa que permite y ayuda a resolver éstas y muchas otras preguntas.
Personalmente, he aprendido que los seres humanos no nos relacionamos de manera fría y distante con todo lo que nos rodea, por el contrario, nuestra realidad cobra sentido en la medida en que interactuamos unos con otros.
Como adultos e instructores tenemos una gran responsabilidad, somos portadores de una experiencia social, históricamente adquirida que influye de manera determinante en los jóvenes con quienes tenemos conexión. Así, aportamos positiva o negativamente en el desarrollo de la personalidad, producimos bloqueos, pasividad, conformismo, inseguridad o, por el contrario, inducimos a la reflexión, la igualdad, el respeto, entre otros.
Nuestra comunicación debe traspasar el aula, en un ambiente de aprendizaje agradable que motive al aprendiz y le brinde las herramientas que le permitan formar su personalidad. No podemos ser meramente transmisores de información, debemos construir conjuntamente con nuestros aprendices el conocimiento.
Tradicionalmente nos enmarcamos en lo formal, incurriendo, en ocasiones en actos comunicativos pasivos e intolerantes que dañan y lesionan, utilizando frases de dobles sentidos y juicios de valor. Debemos recordar que estamos moldeando seres humanos, quienes en el futuro van a repetir muchos de los esquemas vividos en la institución.
De esta manera, reaparece la Democracia, para que como instructores revisemos cómo es nuestra comunicación con los aprendices: tal vez autoritaria, vertical o… permisiva. O por el contrario, que nuestra comunidad educativa esté creando Democracia, viviendo la Democracia, construyendo saberes con respeto y humildad, propiciando el diálogo, la participación, el trabajo en equipo, la reflexión; modelando seres equitativos, tolerantes y participativos.
Por eso, la invitación es que estemos atentos y revisemos diariamente nuestro acto comunicativo y permitamos Vivir la Democracia.
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